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El mundo está dividido en términos de normas de derecho, en grandes sistemas jurídicos de los cuales los más significativos son: el sistema inglés del Common Law, el sistema islámico, el casi extinto sistema socialista y, desde luego, el sistema romanista, al cual pertenece nuestro país; se entiende por sistema a una manera, una forma en que se crea, se aplica y se regula el derecho. Nuestro país sigue la tradición romanista, más que por elección, por razón histórica. El pueblo romano, eminentemente, guerrero y conquistador, extendió su imperio hacia el oriente y hacia el occidente, conquistando grandes extensiones territoriales de Europa y llegando, incluso, hasta España, donde extendió ampliamente sus dominios. Desde luego que el pueblo romano, en los territorios conquistados, estableció e implantó —como todo pueblo dominante—, sus propias leyes, mismas que ya regían a todo el vasto imperio y las que ya contenían, muchas de las instituciones jurídicas que han llegado hasta nuestros días. De esta manera resulta fácil entender cómo llegó a México, a través de España, la tradición jurídica romana, desde luego fue a través de la conquista y las leyes que la Corona estableció en la Nueva España, tales como fueron: las Leyes de indias, Las siete partidas, las Leyes de encomienda, entre muchas otras más, de contenido y tradición eminentemente romanista.
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